CUENTOS PANAMEÑOS - LITERATURA
ESCRITOR
“OMAR DE ICAZA”
CUENTOS DEL TÍO JULIO – II
“ANÉCDOTAS INTERIORANAS” OBRA DEL DR. OMAR DE ICAZA, CARDIÓLOGO Y ESCRITOR PANAMEÑO.
"Es realmente imposible quedarse sin ideas, ya que éstas se encuentran en todas partes. El mundo está lleno de ideas germinales." Patricia Highsmith
Comentario Sobre la Narrativa del
Dr. Omar De Icaza.
(Por: Aura de Canova – Poeta)
“Anécdotas Interioranas” de la autoría del escritor Dr. Omar De Icaza plasma la vida costumbrista del hombre panameño. En un mundo donde los conflictos de la vida van de la mano con la pobreza y la esperanza como mecanismo de sobrevivencia. La narrativa literaria del escritor Omar De Icaza plantea al lector una reflexión sobre lo cotidiano existencial del hombre humilde, trabajador, conformista y hasta oprimido por su condición social la “pobreza”.
Se observa un grito de protesta social bien evidente en la pluma del escritor. Deja latente que las políticas sociales muchas veces son indiferentes o farsantes en nuestra América Latina. “El Tío Julio” es un retrato claro y multiplicador del hombre noble que trabaja al sol desnudo olvidado en la campiña interiorana.
El género narrativo costumbrista se acopla en armonía con el espíritu creativo y artístico del escritor Dr. Omar de Icaza. El realismo mágico hace un gran despliegue en toda su narrativa. Afloran emociones ya que lo sobrenatural abre ventanas al lector creativo. El recurso del “mito” está presente en todo el discurso narrativo, vemos variedad de recursos literarios en su prosa, el escritor cumple con el oficio literario.
Además expone “situaciones” del hombre ante un mundo incierto. Vemos que el autor es un observador de la realidad circundante, su oficio de ciencia (médico) lo llevan de modo innato al método científico en el plano de lo existencial humano.
El escritor que es “Omar De Icaza” describe con exactitud marcos topográficos reales y existentes de Panamá, lo cual genera una valorización a su narrativa literaria. Lo psíquico emocional de sus personajes enganchan al lector a través de una sensibilidad honda.
Vemos un marco moral transparente que genera respeto y aprecio como el caso del “Tío Julio”. Se puede concluir que el trabajo, la familia, y la tertulia sana dignifican al hombre.
Anécdotas Interioranas
“Los cuentos de Tío Julio” (ll parte).
Autor: Dr. Omar De Icaza – Escritor.
Viernes en la mañana, Julio decidió tomarse este día libre después de muchos años de trabajo duro, ya que desde hace 3 meses se cansaba mucho con poco esfuerzo; los fines de semana hacia unos arreglos a la casa, limpiaba el patio y sembraba una que otra planta medicinal que luego vendía a los vecinos que acudían a él aquejados de muchos males. Así pues ofrecía bolitas de caraña hedionda envueltas en hojas de maíz y anudadas con hilo pabilo para los dolores de cabeza, pulpa de calabazo como purgante e infusiones de hojas de chumico para la diabetes; había pacientes difíciles recordaba, cómo cuando un amigo militar lo visitó buscando cura para un acné que le estaba comenzado y él le recomendó que se pusiera parches de hojas del árbol “Indio en Cuero”, el militar lo miró con desdén y aunque lo escuchó prefirió mejor no usar el remedio porque no le gustaba el nombre de ese palo y en fin, pensó él , eso nunca se le regaría en la cara. También había pacientes que no sabían que tenían y sencillamente les dolía todo el cuerpo, no obstante, Julio no se amilanaba ante casos dificultosos y a estos les recetaba su Panacea: “Ungüento de no sé qué vaina “que, decía él, que con tan solo aplicarlo en una ocasión en el área afectada te garantizaba quitarte los males que tenías y los que en el futuro te fueran a dar.
A pesar de curar a los demás, Julio prefería preservar su prestigio en el barrio ignorando sus dolencias y de esta manera permitía crecer a los demonios que se multiplicaban en sus pulmones debido a su hábito de fumar. Llegan los 4 niños; es hora de contar:
Por allá por los años 80, yo trabajaba pa los gringos en la zona del canal, mi trabajo consistía en hacer inventarios, limpiar los depósitos y acomodar cajetas de repuestos de autos militares en Corozal, me pagaban bien, mucho mejor que a los especialistas en cardiología del seguro social. Con el dinero pude comprarme, entre otras cosas, una carabina M2 que un gringo que trabajaba conmigo se había traído de Vietnam, de donde fue dado de baja por haber recibido un disparo en la nalga y ya no poder combatir. Con mi carabina, los domingos, iba de cacería con mi perro Leoncico, de gran pedigrí ya que era descendiente de uno de los perros que había acompañado a Vasco Núñez de Balboa cuando atravesó el istmo, junto a mi amigo cazábamos para consumir y no por deporte venaos, iguanas y zainos en los frondosas selvas de Ollas Arriba. En una ocasión salí apresurado de mi casa, tome el fusil, perro y la cajita de metal en donde venían las balas, que guardaba debajo de la cama; la chiva nos dejaba y no había tiempo para más. A llegar el transporte, luego de dos horas de viaje, a nuestro destino nos bajamos todos acordando con el chofer que nos recogiera en 4 horas, tiempo suficiente para terminar de cazar.
POEMAS DE SOL Y DE AGUA PRESENTA “CUENTOS” DE LA PLUMA DEL ESCRITOR DR. OMAR DE ICAZA, RESCATANDO NUESTRA ESENCIA O SER PANAMEÑO.
Nos adentramos en la selva el can y yo, siempre precavidos de no ser acosados o sorprendidos por los tigrillos, macho de monte, pumas u otros animales salvajes de los cuales seríamos fácil presa, lentamente caminábamos, paso a paso mirando alrededor, hacia el suelo cuidándonos de las culebras, hacia arriba vigilando que no nos cayeran encima los monos perezosos; varios amigos míos habían perdido sus orejas que le eran arrancadas por estos animales en la espesura de la jungla. También había que tener cuidado con la vegetación sobre todo de los frutos de la Pica- Pica que si hacen contacto con la boca te la hinchan tanto como la de un hipopótamo. Ese día, al principio no tuvimos suerte, los animales se escondían ante nuestra presencia, sin embargo como al mediodía, vimos en la cúspide de un cerro a dos enormes venaos cabezones que sobresalían sobre la vegetación, de tres metros de largo, fatuos, agresivos con enormes astas en forma de paila, dientes de un metro sobresalían de su boca y patas con garras de granito rompían las piedras por donde caminaban. Ellos también se percataron de nuestra presencia, me miraron con rencor como si me reconocieran y bajaron a toda marcha desde la cima prestos a atropellarme y morderme, mientras lo hacían mugían estremeciendo los arbustos de la selva, provocando que los pájaros salieran en desbandada desde sus nidos y causando la caída de las pipas desde las palmas. Mientras Leoncico, se escondía entre mis piernas, con la cola recogida y temblando de terror ante lo que nos venía encima, yo no me asuste, con calma, apunte mi carabina y al halar el gatillo…click- clik- click ¡no tenía munición!, apurado saque la cajita de mi chácara y cuál fue mi sorpresa que al abrirla ¡estaba vacía!; Un sudor frío bañaba mi rostro, los monstruos estaban tan cerca de mí que ya sentía el tufo a pacha de seco que expelían por sus fosas nasales, de repente se detienen, giran el cuello y…!.Dios mío, hablan¡ lo hacen con voz chillona, rasposa y ovejera y me dicen al unísono: Juuulio Castiiiiillo, ¿no sabes quienes somos,? hace tiempo que te esperábamos, te robaste la cuchillita de oro que nuestro Jefe nos había dado a cuidar y por tu culpa murió su mascota preferida, tu eres responsable de su furia , que nos convirtió de bellas brujas a esta vaina que ves delante de ti, pero hoy Julio Castillo vas a pagar, ahora te toca a ti, hoy conocerás a nuestro líder. Está de más decir que me temblaba todo el cuerpo, ni que decir de Leoncico que había cavado un hoyo y se escondía tres metros bajo tierra, pero tenía una última carta, saque la cuchillita de oro del bolsillo de mi pantalón, recorte la bala dibujada en la tapa de la caja, hice un bolillo, la coloque en la recamara del fusil , apunte a un palito de yuca que estaba delante de mi frente a los venaos y dispare…BAM, el proyectil salió disparado, pego contra el palito de yuca se partió en dos y le pego a los monstruos ¡ en el medio de los dos ojos!, al caer los bichos estremecieron la tierra tanto que arrancaron de raíz los palos de mango que se encontraban alrededor.
Luego de desenterrar a Leoncico, agarre los dos venaos y me los lleve a la orilla de la calle donde ya nos esperaba la chiva, los colocamos en la capota y marchamos rumbo a Chorrera. Le vendí la carne de Venao al chino Sing- Sing que tenía un mercadito en la central, y el cuero lo use para hacer varios tambores que le regale a Ñato Califa; Ah por cierto instale las astas en el techo de mi hogar, las conecte al cable de mi televisión y así puede ver los canales del extranjero por satélite.
Como de costumbre, luego de escuchar el cuento, los niños abrazan a quien de cariño llamaban tío, este les acaricia el cabello, les devuelve el abrazo y les pide que vuelvan la próxima semana a acompañarlo.
Esa noche Miguelín, de 7 años, mientras cena el guacho de sardina que le había preparado su mamá Carmelin le pregunta ¿mami quieres que te diga un cuento del tío Julio?. La madre lo mira a los ojos, le acaricia el rostro, se pone la palma de la mano sobre la barbilla y responde: si mi amor, estoy aquí para atenderte, cuidarte y escucharte, hasta el último día de mi vida.
Cuento extraído de la obra “Anécdotas Interioranas” de la autoría del Dr. Omar De Icaza - Escritor y Médico Cardiólogo.
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