DR. OMAR DE ICAZA A.

CULTURA LETRAS  - AGUADULCE- COCLÉ ANÉCDOTAS DEL DARIÉN – LITERATURA PANAMEÑA.


POR LA PLUMA: DEL “DR. OMAR DE ICAZA A.” MÉDICO  CARDIOLOGO - INTERNISTA  Y ESCRITOR  PANAMEÑO.


“La madre tierra late con nosotros, cuidemos su rostro verde porque  el hombre es la tierra misma.”   (Anónimo).

EL DR. OMAR   DE ICAZA  A.  NOS ENTREGA DE SU PLUMA ANÉCDOTAS  REALES, VIVIDAS POR SÍ MISMO, EN SU PERIPLO DE  MÉDICO  INTERNO  EN LAS TIERRAS DARIENITAS.  EL ESCRITOR DR. OMAR DE ICAZA, NOS  RECREA CON SU PROSA EN UN AMBIENTE COSTUMBRISTA PROPIO DE LA LEYENDA PANAMEÑA.  Y NOS INDUCE A VALORAR  AL HOMBRE  HUMILDE, DIGNO Y TRABAJADOR DE TIERRAS LEJANAS.


 
“UN MÉDICO  EN LOS TIEMPOS  DEL  COLERA” POR: DR. OMAR DE ICAZA.

A:   Mi  amada abuelita, María Duarte Marín, llamada por Dios al cielo el  19 de Diciembre  del 2011.

VI Parte


“Yo no escribo para agradar ni tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar" (2009) José  Saramago

A los pocos días, llegaron los medicamentos y se inició la rutina, en la mañana tuna,  plátano y café, luego Raúl me traía el tanque de 5 galones de agua amarillenta  del pozo del pueblo,  que colocaba en la letrina, en donde en medio de olores indescriptibles, acompañado de sonido de  ranas que desde el fondo del abismo clamaban libertad  me daba mi chapuzón diario; luego verificaba los fármacos, y atendía uno que otro pacientito que tuviese a bien verse con nosotros, siendo Raúl interprete y yo médico  y farmacéutico, luego sino había nada que hacer   tomaba el taburete del consultorio ,lo colocaba en el portal del puesto de salud y me entretenía leyendo mi libro favorito y el único que lleve: El Harrison de medicina interna; durante la primer año del internado había decidido  concursar por la residencia de esta especialidad una vez terminaran mis dos años obligatorios; quería  tener los conocimientos y  la paciencia del  Dr. Mendoza;  el endocrinólogo, el humanitarismo del Dr. Calzadilla;  el neumólogo y de tantos otros viejos maestros que me enseñaron  que ningún conocimiento llega  más profundo en la mente humana, que aquellos que llegan de la mano del maestro en la cabecera del paciente , que ninguna computadora;  por más complicada que sea supera el poder de una buena historia clínica y un excelente examen físico;  me mostraron el camino de la medicina basada en la decencia y en la evidencia. Así pues estudiaba y estudiaba, y mientras lo hacía veía pasar a los señores indígenas, decía yo con admiración,  “a hacer súper”; unos hacia el rió a pescar, otros, rumbo al campo,  ya fuese a cosechar yuca, cacao, ñame o plátano y unos cuantos, acompañados de perros famélicos y escopetas  a la caza de   venados, zainos, iguanas y uno que otro loro desprevenido,  parlanchín y boquisucio.  Pero no solo el caminar de los indígenas me distraía de mis aspiraciones de internista, sino también al mayor enemigo, madre de todos los  insectos chupa sangre;  los  indígenas los llamaban  morongoes: combinación de mosquito, mosca, chitra  y vampiros;   que me ametrallaban  en masa, como queriendo extraer de mi sangre todos los conocimientos que me entraban por los ojos, dejándome la piel enrojecida y con un prurito insoportable y para lo cual tuve que protegerme con pantalones de mezclilla, botas militares y mi respectiva bata blanca; en la noche ponchaban tarjeta para dar paso a los mosquitos comunes que se conformaban con unos cuantos eritrocitos fugitivos, sobrevivientes de la masacre matutina y a su vez eran presa de las familias  arácnidas residentes en la repisa de medicamentos.

Los mediodías y en las tardes, la esposa de Raúl se las ingeniaba para ser creativa con las comidas, comprendiendo lo limitado de los ingredientes y solicitaba a pescadores y cazadores una pequeña porción de animalitos del bosque con los cuales variar mi menú, de esta manera probé por primera vez una iguana y deguste la exquisita sopa del ave parlanchina, acompañante inseparable de los piratas del Caribe.

En las noches nos reuníamos Vianor y los otros niños a saborear duros, agua fría y gelatinas, y  mi léxico se enriquecía: Ancore = Dios; quinambua = Te quiero;  Mera = buenos días. Mis noches eran más tranquilas; ojala mi abuela y mi madre supieran que estoy bien.


“La naturaleza es la semilla del mañana en  nuestras  manos”.  ( anónimo)
 
POEMAS DE SOL Y DE AGUA
CELEBRA LA NATURALEZA   Y
LA  LEYENDA PANAMEÑA




VII Parte


TRAGEDIAS

Mediados de Octubre, 1991, anoto en mi diario: “bitácora del capitán, hoy el almuerzo fue diferente, un descendiente de King- Kong, estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado; lo último que vio al voltear el cuello, desde lo alto de un palo de guarumo, fue la lengua gigante y golosa de un perro orejón  de cacería, que lo esperaba en el suelo con la boca abierta; segundos después sintió el poder del plomo de una escopeta 12. En este momento saboreo una de sus piernitas, con todo y dedos, condimentada con arroz y pork and beans; tengo un brazo en la refri, para la noche”.  Luego de terminar de escribir, acudió en la tarde de ese día una familia de indígenas, la madre jovencita, el padre cazador generoso con nosotros, traían a su bebe de meses agitada; luego de un resfriado había desarrollado asma, su pecho se estremecía violentamente, sus fosas nasales se abrían y cerraban con angustia y tenía una tos estridente y seca junto con fiebre, le ofrecí analgésicos, sales de hidratación , expectorantes y le indique a sus padres , por medio de Raúl ,que tenían que llevarla sino esa tarde, al día siguiente temprano al hospital de Yaviza, ya que necesita oxigeno y ser canalizada para su hidratación; los padres acongojados parecieron comprender , no obstante el puesto de salud no contaba con botes o gasolina que ofrecerles para el traslado, no había presupuesto, no estábamos en tiempo de elecciones y no era temporada de morongoes políticos a los cuales pedirles favores a cambio de tu sangre, de tu alma y de tu voto.  Esa noche no dormí, en mi catre escuchaba la tos persistente de la niña una y otra vez que resonaba en mis oídos como cañones, presagios de la batalla perdida.


Autor: Dr. Omar De Icaza: “Un Médico  en los  Tiempos del  Cólera” (Anécdotas del  Darién).


 
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RELATOS DEL DR. OMAR DE ICAZA APORTE SIGNIFICATIVO DE IDENTIDAD  PANAMEÑA.

 

 



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